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Bioética y rock: rock y homicidio (Andrés Carmona)

 

Portada del 2º álbum de Iron Maiden: Killers (1981). 

18/12/2021

 

Playlist del artículo para que puedas escucharlo mientras lees: enlace

 

Seguimos repasando las temáticas de la Bioética. En entradas anteriores ya hemos hablado del suicidio y también de la eutanasia yel suicidio asistido. En ellas también ha aparecido el homicidio. Vamos a ocuparnos ahora un poco más de él.

 

El homicidio consiste en que una persona le quita la vida a otra en contra de su voluntad (si no, estaríamos ante el suicidio asistido). El Código Penal distingue homicidio de asesinato, entendiendo a este como un homicidio agravado por las circunstancias de alevosía, ensañamiento, precio o para cometer otro delito o evitar que se descubra. El homicidio puede ser doloso, cuando se hace con clara intencionalidad de matar, y culposo o imprudente cuando tiene lugar sin intencionalidad pero sí a causa de la negligencia o imprudencia de quien lo comete.

 

El homicidio es uno de los casos en los que existe mayor consenso ético acerca de su inmoralidad. Sin embargo, analizado en profundidad, no es tan sencillo.

 

Para las religiones, la vida suele considerarse santa. Pero eso lo que significa es que la vida le pertenece a Dios, y no al ser vivo. Es decir, cualquier ser vivo, en nuestro caso el ser humano, no es dueño de su propia vida, sino que la disfruta a modo de préstamo que Dios le hace. De ahí que solo Dios, que puede dar la vida, sea el único que también pueda quitarla. Es por esa razón que las religiones condenan el homicidio y también el suicidio, el aborto o la eutanasia, porque son actos que hacen un uso de la vida que solo corresponde a Dios.

 

Pero eso no significa que matar esté mal en sí mismo: la bondad o maldad del homicidio depende de si Dios lo ordena o no. Eso explica que en la Biblia (o en otros textos religiosos) haya tantos mandatos divinos para matar. Por ejemplo, Dios mismo ordena este genocidio al rey Saúl:

 

Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Yo castigaré lo que hizo Amalec a Israel al oponérsele en el camino cuando subía de Egipto. Ve, pues, y hiere a Amalec, y destruye todo lo que tiene, y no te apiades de él; mata a hombres, mujeres, niños, y aun los de pecho, vacas, ovejas, camellos y asnos. (1 Samuel 15, 2-3).

 

De esta forma, es más fácil entender el mandamiento bíblico de “No matarás” (Éxodo 20, 13 y Deuteronomio 5, 17). En su contexto, lo que significa es: no matarás… si yo (Dios) no te lo ordeno. La prueba es que inmediatamente después de que Moisés bajara del monte Sinaí con las dos tablas de los 10 mandamientos, incluyendo este mismo “No matarás” escrito, Dios mismo le ordenó matar a quienes en su ausencia habían adorado a un becerro de oro:

 

Y él les dijo: Así ha dicho Jehová, el Dios de Israel: Poned cada uno su espada sobre su muslo; pasad y volved de puerta a puerta por el campamento, y matad cada uno a su hermano, y a su amigo, y a su pariente. Y los hijos de Leví lo hicieron conforme al dicho de Moisés; y cayeron del pueblo en aquel día como tres mil hombres. (Deuteronomio 32, 27-28).

 

En su origen, la condena del homicidio solo alcanzaba a los miembros del mismo grupo. Todas las culturas prohíben y castigan el homicidio de un miembro del grupo pero no el de extraños, y hasta puede que lo consideren algo bueno y hasta obligatorio. En los inicios de nuestra moral, las normas morales primitivas no se extendían más allá de los límites del propio grupo, banda o tribu. Progresivamente se ha ido produciendo un ensanchamiento del círculo moral, es decir, se ha ido aumentando el número de sujetos hacia los que se considera que tenemos deberes morales por ser ellos sujetos de derechos morales. Así, hoy día, el derecho a la vida y el reproche del homicidio se extiende a todos los seres humanos sin distinción de ninguna clase (étnica, social, sexual, religiosa, etc.).

 

Aun así, sigue habiendo excepciones o casos dudosos que ya había incluso en nuestros orígenes. En las bandas primitivas era habitual el homicidio de miembros del grupo que se consideraran peligrosos para la supervivencia del propio grupo: traidores, gorrones o abusones solían ser víctimas de coaliciones de los demás en su contra para matarlos. Conducta que también se ha observado por parte de los etólogos en manadas de chimpancés.

 

La pena de muerte es otro asunto polémico. Históricamente, ciertos crímenes considerados especialmente graves han sido castigados con la muerte del culpable. La tendencia histórica es a la abolición de la pena de muerte, pero aun así sigue vigente en multitud de países actualmente, entre ellos China o algunos Estados de EEUU.

 

La guerra es otro tema en donde el homicidio se relativiza: las mismas culturas que reprochan el homicidio hacia dentro del grupo lo alaban y estimulan hacia fuera del grupo en caso de guerra. Los soldados que regresan de la guerra (vivos o muertos) no lo hacen como asesinos sino como héroes. La canción “Johnny” (1993) de la Polla Récords expresa lo anterior cuando, hablando de un piloto americano que tira bombas desde su avión, dice irónicamente:

 

Johnny no mata a la gente: elimina el objetivo.

Johnny no es un asesino: Johnny tiene un buen oficio.

 


 

Filosóficamente, esto plantea la cuestión llamada de la “guerra justa”: ¿cuándo una guerra es justa y por tanto los homicidios causados en ella están justificados? Para el pacifismo y el antibelicismo ninguna guerra es justa, pero desde otras perspectivas se han intentado mostrar argumentos a favor. Por ejemplo, se plantea la duda de si un Estado o un grupo armado está legitimado para hacer la guerra a otro por un bien mayor: para acabar con una dictadura o para liberar a otro Estado o grupo oprimido. Aquí depende muchas veces de la perspectiva: desde un punto de vista puede estar justificado y desde el contrario no. Así, un mismo grupo puede ser considerado un grupo terrorista o unos héroes según cómo se mire. Los guerrilleros españoles durante la guerra de independencia del siglo XIX serían héroes para los españoles pero terroristas para Napoleón (usando anacrónicamente el término). Lo mismo cabe decir para grupos armados islamistas, independentistas o de extrema izquierda o extrema derecha.

 

Una cuestión más es la de la legítima defensa, único argumento que se admite como justificación moral y legal de un homicidio. De hecho, la guerra justa se entiende por parte de quienes la admiten como un caso de legítima defensa a gran escala. Para que un homicidio se justifique como legítima defensa deben darse varias condiciones, principalmente que no haya otra alternativa para defender otra vida. Es decir, el homicidio en legítima defensa solo puede darse cuando es la única forma de evitar otro homicidio, ya sea la de uno mismo o la de un tercero.

 

Históricamente encontramos otras justificaciones para el homicidio que hoy día nos parecen censurables y en su momento estaban vinculadas a la cultura del honor. Por ejemplo, los duelos por honor, en los que ofendido y ofensor por cuestiones de honor se batían en duelo a muerte. Por ejemplo, el que luego fuera 7º presidente de los EEUU, Andrew Jackson, se batió en duelo y mató a Charles Dickinson, que por cierto era tan aficionado a los duelos que había ganado antes 26 de ellos hasta que se topó con Jackson. Otro ejemplo son los que antes se llamaban crímenes pasionales: feminicidios en los que el marido ultrajado acaba con la vida de la esposa.

 

El rock no es ajeno al homicidio. Tristemente, hay episodios de homicidio en la historia del rock. Uno de ellos es el asesinato de John Lennon (The Beatles) por parte de un fan en 1980. The Cranberries trata de ese crimen en la canción “I just shot John Lennon” (1996):

 

The Cranberries: “I just shot John Lennon” (1996)

 


 

Otro crimen similar fue el asesinato de Dimebag Darrell, guitarrista de Pantera, también a manos de otro fan en 2004.

 

Un caso muy distinto fue el que se dio entre bandas noruegas de black metal en 1993: Varg Vikernes, de Burzum, asesinaba a Euronymous, del grupo Mayhem. Ya comentábamos en la entrada dedicada al suicidio que Euronymous había encontrado muerto a Dead, otro miembro de su grupo, después de suicidarse a cuchillazos y finalmente de un disparo. Recordemos que le fotografió y que esa foto se utilizó posteriormente como portada de uno de sus discos. Pues bien, Euronymous fue quien financió el proyecto musical de Varg Vikernes, Burzum, hasta que en un enfrentamiento entre ambos Vikernes mató a Euronymous (el cuerpo presentaba 23 puñaladas en total).

 

Independientemente de esas excepciones, lo cierto es que la relación del rock duro con el homicidio suele estar en su tendencia romántica hacia la muerte, lo oscuro y lo siniestro. Multitud de canciones están ambientadas o remiten a guerras, genocidios, asesinatos u otras atrocidades. Así, por ejemplo, la canción “213” (1994) de Slayer habla de un famoso asesino (y además caníbal), Jeffrey Dahmer: entre 1978 y 1991 mató se comió a 17 personas.

 

Slayer: “213” (1994)

 


 

Otro criminal que aparece en las canciones de varios grupos es Jack el Destripador: Judas Priest, Motörhead y Iced Earth le han dedicado canciones al famoso asesino.

 

Judas Priest: “Jack the Ripper” (1976)

 


 

Motörhead: “Jack the Ripper” (1992)

 


 

Iced Earth: “Jack” (2001)

 


 

Aunque, sin duda, la banda que destaca es Patente de Corso, cuyo álbum From Hell (2016) es un disco conceptual dedicado completamente a Jack el Destripador.

 

Patente de Corso: “Mi nombre es Jack” (2016)


Para terminar, vamos a mencionar algunas canciones de rock duro español que hacen menciones al homicidio de diferentes formas.

 

Los Suaves: “Muerte en el rock” (1982)

 

John Lennon fue asesinado por un fan en 1980. Dos años después Los Suaves publicaban esta canción inspirada en el crimen y mostrando tanto su dolor por lo sucedido como su crítica a quienes inmediatamente después ya hacían negocio con su muerte:

 

Falsos homenajes, muchas canciones.

Los comerciantes ganan millones.

Sueños terminados.

Tenías razón, te recordamos.

Adiós, John.

 


 

Eskorbuto: “Tamara” (1986)

 

En la canción se habla en primera persona de una anciana nauseabunda que le pedía al cantante que le diera besos en la boca cuando él era un niño. Años más tarde vuelve a encontrársela y se repite la historia, pero ahora él ya no es un niño:

 

Saqué mis cadenas y la golpeé.

Saqué mi cuchillo y se lo clavé.

Su sangre corría hacia un vertedero de basura.

Ella moría contra la pared y yo reía.

¡Muérete!

 


 

Loquillo y Los Trogloditas: “La mataré” (1987)

 

La canción describe los pensamientos celosos y asesinos de un novio despechado y sus amenazas de matarla a punta de navaja si vuelve a verla:

 

Que no la encuentre jamás

o sé que la mataré.

Solo quiero matarla

a punta de navaja,

besándola una vez más.

 


 

Barricada: “Obsesión” (1988)

 

La canción describe la tortura del día a día de una mujer que es maltratada por su marido al igual que sus hijos. Un día ella decide llevar a cabo el plan que la obsesiona para terminar definitivamente con su calvario:

 

En la sombra esperas

el momento de saltar.

Ya no hay prisa por acabar

lo que tanto has deseado.

En tus manos un cuchillo,

decidida a terminar.

En la silla sentado,

borracho está como siempre.

Un buen golpe en el corazón,

ojalá nunca despierte.

 


 

Soziedad Alkohólika: “La última partida” (1990)

 

La canción habla de una prostituta cuyo proxeneta la maltrata, le quita el dinero y se lo gasta en el juego. Hasta que ella decide cortar por lo sano, literalmente:

 

Cuando estuvo dormido

no se cortó para nada.

Con un cuchillo eléctrico

le serró la garganta.

La yugular cortada,

la nuez partida en dos.

Como un cerdo en el matadero,

el cerdo se desangraba.

 


 

Platero y Tú: “La maté porque era mía” (1991)

 

La historia de esta canción es la de un hombre que asesina a su novia por serle infiel, aunque la letra también puede interpretarse como que era una prostituta de la que se había enamorado. El caso es que él la mata y es detenido por eso, al tiempo que es acosado por periodistas que quieren “carnaza” para su amarillismo morboso.

 

No saquéis fotografías,

tengo el cuerpo ensangrentado (…)

Sólo veo periodistas

que me dan algún dinero

por salir en sus revistas (…)

Yo no quiero tu portada,

periodista escandaloso.

No quiero que con su sangre

puedas escribir mentiras.

La maté porque la amaba,

la maté porque era mía.

 


 

La Polla Récords: “Barby” (1992)

 

La canción se mete en la cabeza de un sádico asesino en serie de mujeres. Vigila a sus víctimas y las asusta hasta que, finalmente, las mata y se excita con ello. También colecciona las fotografías de sus cadáveres.

 

Lleno de amor rompí tu carne        .

Mojé mi cuchillo y moje mi pantalón.

Veo que un frío policía

dispara su flash y te ilumina

Tu cuerpo y tu cara en ese instante

están en mi pared en un recorte,

junto a las otras.

 


 

Koma: “Jack Queen Jack” (2000)

 

En la canción se habla de un policía que acaba en la cárcel por corrupción. Anteriormente, el protagonista de la canción también había sido encarcelado por su culpa. Pero hay otro personaje más en prisión: Jack Queen Jack. Es amigo del protagonista y está deseando conocer al policía que acaba de llegar:

 

Tengo amigos dentro que darían

lo que fuera por tenerme contento.

Uno en especial te quiere conocer,

ven y te lo presento:

Este es Jack,

el extirpador de amígdalas.

Jack Queen Jack.

Su aliento en tu nuca pronto reconocerás.

 


 

Lujuria: “Espinas en el corazón” (2005)

 

Lujuria narra aquí la triste realidad del maltrato de tantas mujeres. Lo que empieza como amor romántico y se transforma en tortura diaria. Y también relata el triste final de muchas de ellas:

 

Siempre la misma amenaza:

“Si te marchas te mato, mi amor” (…)

Cuando al fin cerró la maleta

un hierro frío quema su sien.

“Para nadie será tu sonrisa”.

Suena un disparo, ha sido él.

 


  Enlaces relacionados:

Bioética y rock: rock y suicidio.

Bioética y rock: rock y eutanasia


Andrés Carmona Campo. Licenciado en Filosofía y Antropología Social y Cultural. Profesor de Filosofía en un Instituto de Enseñanza Secundaria. Coautor del libro Profesor de Secundaria, y colaborador en la obra colectiva Elogio del Cientificismo junto a Mario Bunge et alAutor del libro Filosofia y Heavy Metal (Ed. Laetoli, 2021). 



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